miércoles, 4 de diciembre de 2013

Más cerca del cielo con la Mujer blanca

Un grupo de alumnos de la Universidad Panamericana alcanza la cumbre del Iztaccíhuatl


Por Andrea Gallardo

Historia

Fuente de inspiración de la famosa leyenda y de expresiones literarias y artísticas que remontan desde la época de los Aztecas, el Iztaccíhuatl (5230 msnm) es la tercera montaña más alta de México, también conocida como “Mujer blanca” o “Mujer dormida”. Situada en el centro del país en los límites territoriales de los estados de México y Puebla, la silueta de la montaña que comúnmente está nevada tiene la forma del perfil de una mujer recostada. Este volcán extinto tiene varios picos que son “El Pecho” “La Cabeza” y “Los Pies”. 


Después de meses de entrenamiento y aclimatación, 20 alumnos de la Universidad Panamericana y del ITESO llegamos a la cumbre desde los pies hasta el pecho de la Mujer Dormida. El viernes 15 de noviembre comenzó el viaje, salimos de la UP a las 9 pm todos juntos en una camioneta donde algunos lograron descansar. Llegamos el sábado en la mañana al punto de partida Paso de Cortés ubicado entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl en el municipio de Amecameca. Gozamos de una vista increíble con la emoción y los nervios de saber que estaba cada vez más cerca la aventura. Después de registrarnos llegamos a La Joya donde, ahora sí, comenzó el viaje. 


Con buen ambiente y más de 12 kg en la espalda comenzó el primer ascenso. Después de 4 horas de subir llegamos al refugio “Grupo de los Cien" que ya contaba con nieve y frío y muchos comenzamos a enfrentarnos con el famoso mal de altura, ya que estábamos alrededor de 4780 msnm, 440 metros más que el Nevado de Colima. Armamos las casas de campaña y preparamos nuestra cena que constó de pasta, cecina y jamón serrano acompañado de un atardecer espectacular. Nos dormimos a las 8 pm con -12ºC para levantarnos al día siguiente a las 3 am y comenzar el segundo ascenso.


Salimos a las 3:30 am y la iluminación de las lámparas y de la luna fueron lo que nos ayudó a subir una de las partes más peligrosas del recorrido. Subimos un largo camino de piedras, nieve y arena para llegar a las rodillas, ahí nos pusimos los crampones en las botas y nos encordamos. Cada cordada contaba con cinco integrantes amarrados uno con el otro en fila con una cuerda; si un integrante se cae, los otros cuatro lo pueden detener con la ayuda de la cuerda y el piolet. Nos acercábamos a la zona más fría pero más emocionante del ascenso.


Comenzamos el hermoso camino de la nieve con descensos, ascensos y aristas y con el Popocatepetl saludándonos de vez en cuando con sus fumarolas. Llegamos al glaciar, la parte más bonita del recorrido que podría desaparecer en un futuro debido al deshielo acelerado en este volcán causado por los efectos del cambio climático. Presenciamos el amanecer en el glaciar a 5000 msnm de altura en medio de una inmensa montaña de nieve donde podíamos ver las pequeñas lucecitas de los otros grupos y la increíble vista a lo lejos de Puebla de un lado y el Distrito Federal del otro lado de la montaña. El mal de altura, el cansancio y el frío se olvidaron por un instante cuando los primeros rayos de sol comenzaron a mover la sombra y a pintar la nieve de colores cálidos al tiempo que nos templaban la cara y las manos. Conforme nos acercábamos y ascendíamos a la cima, las personas que estaban descendiendo no dejaban de animarnos con las frases “Vamos, ya casi llegan”, “Les falta poco” “Ánimo”. 


A pesar del cansancio y las ganas constantes de abandonar todo y regresar, hay una fuerza interna que te anima a seguir adelante y a alentar al que está igual que tú. Adriana Valtierra, alumna de la UP, nos cuenta que algo que le encanta del alpinismo es el trabajo en equipo. “Si se te atora algo, los demás te ayudan y también tú los ayudas en lo que necesiten. Cuando vas en cordada, todos suben o todos se quedan, no puedes separarte ni subir solo; tu equipo es como tu familia en la montaña. Me encanta que en estos viajes puedas conocer a las personas tal como son.”

Además del trabajo físico, el alpinismo es un deporte que te invita a meditar durante el ascenso y te ayuda a crecer interiormente. Jesús Almeida no cuenta acerca de lo que el va pensando: “Suelo ir comparando el ascenso con la vida, los problemas, el cansancio y las maravillas como los paisajes y las vistas únicas. También voy dándole gracias a Dios por la oportunidad de estar ahí y poder contemplar esos momentos, le pido que me dé las fuerzas para continuar y llegar a la cumbre”. Asegura que sus motivos para subir son Dios, la cumbre, los paisajes y que toda la cordada llegue a la cumbre.


El alpinismo es un deporte que te hace crecer interiormente, te ayuda a vencer los miedos, el cansancio. Asimismo, se trabajan distintas virtudes como la constancia, la voluntad y la paciencia. Jesús nos cuenta que el alpinismo le ha ayudado a vencerse a sí mismo, “a saber que las cosas grandes y valiosas en esta vida requieren de mucho esfuerzo y constancia, y sobre todo aprender a levantarte cuando te caes.” Jana Lemus, alumna de derecho también cuenta que todo el esfuerzo valió la pena, “esa satisfacción de saber que diste todo de ti, que llegaste a lo más lejos da mucha plenitud y paz.” Adriana Valtierra nos platica que siempre piensa en lo pequeños que somos en comparación con las grandes montañas, y en que “Dios las hizo para que las disfrutáramos”.

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